El «hat trick» para la eter­ni­dad de Bernd Schuster

El autor de la gesta cele­bra su 65 cump­lea­ños

En 1994 anotó el gol del mes en tres ocasiones. Ocupó los tres primeros puestos en la votación del Gol del Año. Nadie antes lo había conseguido, ni nadie después. Hoy, Bernd Schuster cumple 65 años. Para celebrarlo, no sólo recordamos sus grandes golazos, sino que también repasamos su particular historia en el Bayer 04.

Sus pases provocaban frecuentemente el asombro incrédulo de los espectadores en las gradas. Movían la cabeza. Sonreían. Aplaudían. Daban codazos a su compañero de asiento: «¿Has visto eso?». O murmuraban algo así como «qué locura» o «increíble». ¿Quién más podía golpear así un balón a 40, 50, 60 metros cada vez más largo? Y después caían directos al compañero de equipo, aunque estuviera muy vigilado. Esa sensibilidad en el pie, ese ojo, esa sincronización perfecta... sólo lo tenía Bernd Schuster.

Cuando el Bayer 04 fichó al entonces jugador de 33 años a principios del verano de 1993, mucha gente acudió al Ulrich Haberland Stadion, principalmente por él. Schuster aportó brillo y glamour al Leverkusen. Era la primera estrella mundial bajo la cruz y había cosechado 13 años de éxitos en España, jugando para el FC Barcelona, el Real Madrid y el Atlético de Madrid. Ganó tres veces el campeonato de Liga española, seis la Copa y una la Recopa de Europa. En el Barça, el «ángel rubio» jugó con Diego Armando Maradona durante dos años y siempre compartió habitación con él. Otro compañero de Schuster en el FC Barcelona fue un tal Periko Alonso, padre del entrenador del Bayer 04, Xabi Alonso.

La estrella de la pista

Schuster era considerado un divo y un excéntrico. Pero también era un futbolista brillante al que daba gusto ver jugar. Los aficionados acudían al estadio de la Bismarckstrasse como nunca antes. En la temporada 1993/94, asistió una media de 17.300 espectadores, un nuevo récord. Con Schuster y el nuevo entrenador Dragoslav Stepanovic, el mánager Reiner Calmund quería dar el tan mencionado toque circense al gris Leverkusen. Pero Schuster era la verdadera atracción. La estrella de la pista del circo. Los aficionados al fútbol acudían en peregrinación al estadio para aclamarlo. Por sus pases, sus goles, su carisma. Sí, puede que hubiese perdido parte de su velocidad y agilidad, que de todas formas nunca fueron sus mayores virtudes. No obstante, a menudo era el jugador que más contacto tenía con el balón. Y el hombre de los momentos mágicos.

ernd Schuster no está aquí para ponerse a hacer entradasDragoslav Stepanovic

Aunque el «tiki taka» estaba muy lejos de haberse inventado, el estilo de Schuster parecía un poco anticuado en aquella época. Pero eso no importaba. Mientras el ingenio del maestro marcara la diferencia y su orquesta le siguiera el juego y le dejara brillar. «Bernd Schuster no está aquí para ponerse a hacer entradas», dejó claro Stepanovic dentro del equipo. Los derechos y privilegios especiales para el retornado de España no gustaron a todos en el equipo. Pero aun así todo salió bien entre «Don Bernardo» y el Bayer.

Kahn y Köpke no tuvieron opciones

El club le había pedido espectáculo. Y Schuster dio espectáculo. No sólo con sus magníficos pases. En 1994, logró la hazaña de marcar tres veces el gol del mes. Y en la votación para el Gol del Año, estos goles también ocuparon el primer, segundo y tercer puesto. Nunca antes lo había logrado ningún jugador, y nunca después. Un breve recuerdo: En el gol del mes de abril, Schuster introdujo de volea el balón al fondo de la red tras un centro de Paulo Sergio para establecer el 3-1 definitivo en el marcador contra el Karlsruher SC. Oliver Kahn se encontraba en la portería del KSC en ese momento. «Controlé en el área y le pegué con tanta perfección que ya sabía que entraba», recordaba el goleador muchos años después en una entrevista con el periodista Raimund Hinko. El gol acabó en segundo lugar en la votación del Gol del Año.

Bernd Schuster gegen den Karlsruher SC im Jahr 1994

Los telespectadores del programa deportivo de la ARD votaron en primer lugar el gol con el que Schuster adelantó a los suyos desde unos 46 metros en el minuto 16 de la victoria por 4-0 contra el Eintracht Frankfurt el 28 de agosto de 1994. Parecía muy sencillo. Y obviamente lo fue. Al menos para Schuster: «Lo único que tuve que hacer fue pasar el balón por encima de Andreas Köpke. Él también se sorprendió, estaba bastante adelantado de su línea y no pensaba que alguien fuera a rematar a gol desde el centro del campo». Muchos aficionados del Bayer recordarán siempre este partido contra el Eintracht por otra razón: fue también el debut en el Werkself de Rudi Völler. Poco después de entrar como suplente, marcó de cabeza el 4-0 definitivo. El gol de Schuster no sólo fue elegido Gol del Año, sino también Gol de la Década.

Queda el tercer gol del mes, anotado hace algo más de 30 años, el 6 de diciembre de 1994, en una victoria por 4-0 en octavos de final de la Copa de la UEFA contra el GKS Katowice. Schuster marcó de nuevo el 1-0, esta vez con un lanzamiento de falta cerca de la línea de fondo, a unos diez metros del banderín de córner izquierdo, que se coló por debajo del travesaño por la escuadra con mucho efecto y potencia. «Tengo que admitir que no lo había planeado así al cien por cien», afirma Schuster. «El balón tenía que ser más plano para que un compañero pudiera rematar de cabeza».

COMBATIVO e introvertido

El tercer año de Schuster en el Bayer 04 también fue muy diferente de lo que había planeado. Con «Stepi», el controvertido e introvertido centrocampista siempre fue un fijo. El técnico tenía en alta estima a su creador de juego y lo dejaba sobre el terreno de juego incluso cuando su porcentaje de pases no era precisamente brillante. Porque eso también ocurrió. En un partido contra el 1. FC Nürnberg, Schuster, que daba hasta 120 pases por partido, apenas dio un balón a un compañero durante 80 minutos. Pero Stepanovic no le sustituyó. Schuster le agradeció al entrenador el gesto y asistió a los dos goles de Paulo Sergio y Andreas Thom en la fase final, con los que el Bayer dio la vuelta al partido y ganó por 3-2. No obstante, cuando Stepi se enfrentó a su estrella en la siguiente sesión de entrenamiento por los 80 minutos tan flojos, Schuster respondió: «Si doy 100 pases malos, el balón 101, 102 y 103 lo doy exactamente igual. Ésa es la diferencia entre los demás jugadores y yo. Así que no me cambien nunca». Así lo recordaba Dragoslav Stepanovic en su biografía «Lebbe geht weider».

Ayudó a Paulo Sergio a adaptarse como si fuese su hermano pequeño.Reiner Calmund sobre Bernd Schuster

Schuster, solitario y discreto, no era aficionado a las barbacoas con sus compañeros. Y en lo que respecta a los aficionados, no era de los que se acercaba. Después del entrenamiento, regresaba rápidamente a su finca de Kürten, en la región de Bergisches Land, donde vivía con su esposa Gabi y sus cuatro hijos. Y sin embargo: Bernd Schuster no era el gran ermitaño que no quería saber nada de nadie fuera de su familia. «Se ocupó de muchos jugadores jóvenes de una forma casi conmovedora, ayudando, por ejemplo, a nuestro nuevo brasileño Paulo Sergio a adaptarse como un hermano pequeño», escribe Reiner Calmund en su autobiografía «fußballbekloppt!». El entonces entrenador del Bayer 04 tenía incluso planes especiales para Schuster. Calmund quería convertir al jugador en entrenador después de su carrera profesional. «Y con nosotros. Para mí, no se trataba de otra cosa. Sólo se trataba del momento». Pero, como todos sabemos, no llegó a producirse.

Última aparición en la provincia

El principio del fin de la relación entre el Bayer 04 y Bernd Schuster fue el partido de vuelta de las semifinales de la Copa de la UEFA contra el AC Parma, en abril de 1995, cuando el Bayer cesó a su entrenador Dragoslav Stepanovic tras la derrota por 2-1 en la ida. Erich Ribbeck, con quien el club había ganado el título en esta competición siete años antes, asumió la dirección técnica deportiva. E hizo jugar a Schuster como líbero en el partido de vuelta. El experimento salió terriblemente mal. El Bayer perdió 3-0 ante el Parma y no tuvo la más mínima oportunidad. Schuster parecía relativamente viejo en los duelos en carrera contra los veloces delanteros Faustino Asprilla y Gianfranco Zola. Los aficionados del Bayer estaban enfadados - con Erich Ribbeck. ¿Cómo pudo situar al talentoso artista del balón Schuster en semejante posición? Lo que los aficionados no sabían: El propio jugador quería ocupar esa posición desde hacía tiempo. «Ribbeck no había hecho otra cosa que cumplir el deseo de Bernd, desgraciadamente demasiado pronto, en las peores condiciones posibles y sin haber discutido realmente el asunto con anterioridad», recuerda Calmund en sus memorias. En cualquier caso, la relación entre Ribbeck y Schuster no fue especialmente buena desde el principio. La situación se fue agravando a medida que el entrenador dejaba cada vez más en el banquillo a su centrocampista.

Bernd Schuster gegen die AC Parma im Jahr 1995

Schuster disputó su último partido oficial con el Bayer 04, de un total de 86, el 31 de octubre de 1995, en los cuartos de final de la Copa DFB. El Leverkusen tuvo suerte y se impuso por 5-4 en la tanda de penaltis al FSV Lok Altmark Stendal, un equipo de fútbol amateur. En el Stadion am Hölzchen, Schuster transformó un nuevo penalti tras 120 minutos sin goles. Pocos días después, fue suspendido por el club. Posteriormente se sucedieron las demandas judiciales. Naturalmente, todo esto creó un mal ambiente en el club, que ya se deslizaba hacia el abismo en términos deportivos. «El sueño del ángel rubio casi acaba en un infierno para nosotros, por desgracia, lamentablemente», escribió Calmund en su balance de la temporada 1995/96, en la que el Bayer 04 estuvo a punto de descender.

«Una época realmente maravillosa»

¿Y Schuster? ¿Cómo vio él todo el asunto? «Fui cabezón, quería quedarme», dice en la autobiografía de Calmund. «Veía mi lugar en este club, quería trabajar allí como entrenador después de mi carrera profesional como futbolista, pero quería determinar yo mismo el final de mi carrera como jugador. Y sabía que contaban conmigo. Al final, todo se me fue de las manos y dejé el Bayer después de lo que en realidad fue una buena época». En aquel momento, lamentó ver cómo el club competía por eludir el descenso. Cuando las cosas se pusieron realmente feas, Ribbeck ya no era entrenador y Schuster vio por televisión cómo la carótida de Calmund palpitaba de repente sin control tras la derrota por 3-0 en Uerdingen, llamó preocupado al entrenador. Estaba convencido de que podía ayudar al equipo en la lucha por la permanencia. Así que si se requerían sus servicios, estaría disponible de inmediato. Calmund declinó. «Con el corazón encogido, pero temía un malestar añadido, que no habría ayudado a nuestro ya inseguro equipo».

Quizás un final feliz con Bernd Schuster habría sido demasiado empalagoso. Pero su paso bajo la cruz fue sin duda una bonita historia.